Entrevista a María Paz Ábalos, Directora del Magíster
Entrevista a María Paz Ábalos, Directora del Magíster
Magíster de Psicología Analítica, “Cada generación nos deja una experiencia que buscamos incorporar”
Quisimos conocer más detalles de la trayectoria de este programa con su directora del María Paz Abalos y esto fue lo que nos contó:
¿Qué impacto tiene este magíster en la vida de un psicólogo clínico, tanto en su profesión como en el aspecto personal?
El magíster en lo profesional entrega un cuerpo de conocimientos sólido y una reflexión sobre la práctica clínica, que es supervisada a lo largo de todo el proceso. En términos objetivos las personas que lo realizan y aprueban, adquieren el grado de magíster y una especialización en psicoterapia junguiana que les permite acreditarse ante la comisión nacional de acreditación de psicólogos clínicos.
Siendo importante lo anterior diría, sin embargo, que lo más relevante es que la persona del terapeuta se ve afectado profundamente por las temáticas tratadas. La visión junguiana de la psique y de los procesos de transformación ponen al terapeuta dentro del campo transformativo. No es quien transforma, como experto, a quien se acerca con su dolor psíquico a nuestras consultas. Si el terapeuta no se implica y se transforma él también en ese encuentro particular que llamamos psicoterapia, muy poco ocurrirá en quien acompañe. De ahí la importancia de afinar la capacidad de atención y lectura a los fenómenos transferenciales.
¿Qué elementos hacen especial a este Magíster?
Podría decirte muchas cosas, pero creo que lo central es que quienes postulan son personas muy especiales. Traen preguntas sobre sí mismos y la existencia humana, sobre el dolor psíquico, sobre qué es lo que finalmente nos transforma. Mi experiencia en las entrevistas iniciales es un encuentro con buscadores de algo más que técnicas, acreditaciones o grados académicos, sin desmerecer estos objetivos profesionales.
Esto vuelve al grupo humano que forma la generación en un gran desafío para los docentes.
¿Esta es la tercera versión del Magíster en la U Mayor, cómo evalúas este camino recorrido?
Después de una década en otra Universidad, estamos por comenzar la tercera generación en la Universidad Mayor. Ha sido un espacio muy grato para la realización de un programa como el nuestro. Estamos contentos con la calidad humana y profesional de los docentes y de los alumnos y alumnas que lo han realizado, así como de las personas que hacen posible esta experiencia como son el personal administrativo y de servicio.
Ha sido muy positivo el que se realice cada dos años, lo que nos permite un acompañamiento más cercano a cada alumno. Actualmente estamos en el proceso de entrega de los trabajos finales de grado y presentaciones clínicas de la generación 2016-2018.
¿En qué aspectos ha mejorado el magíster a través de los años?
El programa está siempre en revisión. Cada generación que lo ha realizado nos deja una experiencia que buscamos incorporar. Suele ser un problema que los alumnos, en cualquier programa, se den el tiempo de contestar las pautas de evaluación. Los animo mucho a poner sugerencias, comentar lo que no les parece, reforzar lo que les ayuda. Las evaluaciones formales, el estar mucho con ellos los días que se realiza el programa y la experiencia de los docentes, nos ha permitido incorporar cambios a lo largo de los años. Un área significativa ha sido implementar formas de evaluación que les permitan aprender y la revisión de la carga de lecturas y trabajos de cada curso.
En la generación que parte en abril próximo, el mayor cambio viene de la nueva reglamentación para la acreditación clínica. Se incorporan 80 horas de trabajo de exploración personal del terapeuta que se dividen en dos talleres prácticos con 40 horas cada uno. Personalmente creo que puede equilibrar este espacio de trabajo y reflexión personal el peso teórico del programa y la importancia que tiene la supervisión grupal de procesos clínicos.
¿Cómo ha sido tu experiencia personal de ser directora de este magíster?
Un honor y un regalo. Han sido años de crecimiento muy productivos tanto en lo personal como en el trabajo para un sueño mayor como es la formación de una sociedad de analistas junguianos con bases sólidas, tanto en lo teórico como en la dimensión ética desde la cual vivimos el acompañar a otros.
El magíster, desde sus inicios, ha sido la experiencia y el estudio básico para quienes quieren formarse de analistas. Por eso, en lo personal, no es sólo un trabajo académico, es la posibilidad de contribuir a generar junto a otros las condiciones para que muchos puedan formarse y muchos más beneficiarse, a través de nuestro trabajo, de una manera de comprender el proceso humano, la psiquis humana, que toma la totalidad de los que somos y no sólo partes, en eso que llamamos el proceso de individuación y que se entrelaza con la humanización, tarea evolutiva permanente de quienes formamos parte de esta especie portadora de conciencia.